Luego de tanto papel de envolver,
camisas rotas, pelo erizado,
pestañas cortadas y nariz encaucazada,
volví a recorrer el camino de ayer
con los cordones desatados y las zapatillas equivocadas.
Me corte las uñas para volar y me comí la avena para saber cuando frenar.
Tome clases de francés para entender cuando quisieras volver.
A las rosas las corte y las convertí en te.
Después de tantos recortes de diarios enmarcados
abrí las manos y comenze a pestañear.
A los 7 minutos asumí que ya no volvería a soñar.
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